Un manojo de poemas

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Vinko Kalinić 
Un manojo de poemas



CLARO LLAMADO SELVÁTICO 
(Čisti zov divljine)

A veces tengo la sensación de que hace mucho que estoy perdido
en este mundo y de que todo está al revés:   
y los nombres de las ciudades y los nombres de las calles,
y los nombres de la gente,
las señales en las calles y los certificados de nacimiento
y los colores en las banderas.
Que de los textos aprendimos
lecciones erróneas
y que los profesores deberían ser alumnos
y aprender de nosotros que fuimos niños,
y que nosotros deberíamos habernos quedado así 
ignorando los puntos cardinales, 
los datos estadísticos sobre el crecimiento económico
y de ¿cuándo se llevó a cabo tal batalla?   

Me parece que seríamos más inteligentes
con la sonrisa del niño
que sonríe descuidado delante del mapamundi
poniendo a África allá donde tiene que estar
América, Europa allá donde está Asia.

Y que nuestra escapada de la hora escolar fue más sabia
que las aburridas fórmulas de física y química.
Porque – así está a veces en mi cabeza –
me parece que si la gente no supiera nada
sobre los compuestos químicos y las leyes de física,
viviría aún en las cavernas y jugaría
a mamá y papá.
Y que sin el noticiero, el internet y la prensa diaria
conoceríamos más los unos a los otros. Y como corren las lágrimas
y como suena la risa. Y de como a veces se contrae
el corazón a pesar de todas las leyes, frente a cosas
sobre las que la gente ni siquiera piensa y sobre las que en los libros
no hay nada escrito.

A veces de verdad tengo la sensación de que me he perdido.
Y me parece que el lado izquierdo tendría que ser el lado derecho,
y el lado derecho, el izquierdo,
y que lo que está arriba, tendría que estar abajo,
y viceversa. Y lo cambiaría todo.
Porque me parece que a veces la gente
se quiere o se odia por inercia y por costumbre.
Y que todo lo hace sólo porque alguien se lo dijo,
que está bien hacerlo justamente así
como nos lo enseñaron,
y en realidad no es así; porque podría ser diferente.
Y así, todo se me ocurre y me parece,
a veces y lo predigo y en verdad es así
como en la predicción y no así como nos lo han dicho.

Se me ocurren pensamientos raros. Entre más viejo estoy, todavía más.
Y a veces lamento el no haber vivido nunca en una cueva,
sin refrigerador, horno microondas y control remoto.
Imagina que cada mañana tengas que restregar piedra
contra piedra para hacer fuego, perseguir jabalíes o pescar.
¿Qué pensamientos te pasarían entonces por la cabeza y 
tendrían tus manos la misma sensibilidad por las cosas?
¡ Bueno! Reconozco que sería duro. Es mucho más fácil así.
Pero no, ¿qué pasa con el sentimiento por las cosas? ¿Es nuestra hambre igual
a aquella original? ¿Y aquel fuego como este del microondas? 
¿Gruñe el puerco doméstico igual que el salvaje? O todos nos hemos perdido
entre todos estos países, lenguas, culturas, herramientas técnicas y mentales?
¿Y si aquello fue salvaje sólo porque nos han mimado o nosotros somos salvajes
a los que no les fue suficiente el pescado para el almuerzo así que construimos un barco, la fábrica, y….
dibujamos a Europa, América, Asia…?

- Si pudiera entrar en tu cabeza, pienso que me sentiría como Alicia en el
País de las maravillas – así me dijo una vez mi hermana.

¡Y no estuvo lejos!

En este planeta de maravillas, si no existieras tú,
amor mío, no sé a dónde iría,
ni que haría. 

En eso pienso mirando tu cara.
De la que nadie me ha dicho nada,
y en la que está escrito todo, absolutamente todo
lo que es importante.

Claro llamado selvático.



BALADA SOBRE LA FLOR MALOLIENTE
(Balada o smrdljivom cvijetu)



La encontré sin número de veces
y cada vez me conmueve su
espeluzada belleza de todos colores,
igual como su triste cuento sin contar,
sobre como la gente trata
y nombra las cosas.

En todo pedacito de tierra
- dicen – ¡crece por todas partes!
Y por eso
la gente la llama:
¡geranio!

Como queriendo burlarse 
de su falta de exigencia.
De su sencillez.
De su terquedad
y voluntad
de la que de la nada
crea la vida.

Y ella no se llama.

Ella no necesita
nuestras palabras.

Ni nuestros nombres.

Crece en el silencio
entre montones y muros.
En frente y detrás de las casas.
Hasta y allá
donde la gente
echa el estiércol.

Brota.

Crece sola.
Sin nuestra atención
se vuelve toda una mata.
Algunas suntuosas flores 
florecen de un tallo.
Como queriéndonos decir:
¡ miren como soy!
Mis venas crecen del mismo corazón
de esta pobre y desnuda tierra.
(¡Tierra que ustedes ensuciaron
y que yo adorno, a su pesar!)
Ellas son más grandes, más profundas,
más savias y más fuertes
que vuestras palabras.

¡Y nombres!  
      


La encontré infinidad de veces
y cada vez me inclino delante de ella.   

Espontáneamente.

A veces y contra
mi voluntad.

Aunque así de paso.
Para apenas acariciarle
las hojas con la mano.
- ¡Hojas anchas y verdes,
llenas de jugo! Follaje que me
recuerda a manos abiertas,
ancianas, manos viejas
en las que se transparentan las venas.

Con ese gesto espontáneo, incontrolado
y completamente íntimo,
que de vez en cuando y a mí me parece
cómico - ¿entiende la flor
nuestros gestos? – como que le quiero
susurrar: ¡Lo sé! Lo sé!
Es injusto lo que hacen
aquellos que te han alejado de la tierra.

¿Entiende la gente el idioma de las flores?
Con su hediondez marcaron
un ser tan inocente.

Y a veces me detengo.

¡A propósito!

Y delante de todos
recojo de la mata
la flor más grande. 
(¡Pienso, esta es la más vieja! 
Y ya vivió lo suyo, así que
no se enojará mucho.)

¡La huelo!
De manera
que todos lo vean.

Su aroma
es de verdad suave.
Silenciosa.
Y leve.
Casi no se siente.
Y sus pétalos
caen por sí solos.

Como si 
se avergonzaran
del contacto
despiadado
de la gente.          
  
                    
NOS DESPERTAMOS 
(Probudili smo se)


Así, nos despertamos una mañana
sin pensar en lo sucedido ayer
ni en lo que pudiese ocurrir mañana
en un terreno húmedo, bajo las estrellas desnudas
nos despertamos, hermano, sobre la yerba marchita, completamente
desnudos
sin calzones y sin plumaje, como dos tontas y despistadas garzas
que aún no lograron ni enrollar sus nidos

y soplaba el siroco o fue algún otro viento
o uno y otro, no sé qué decir;
soplaba fuertemente, pero eso fue lo menos importante
porque el rostro que tuve en mis manos fue
cálido y suave
- ¿fue el mío también así? ¿quién va a saberlo? –
soñolienta, apoyó su cabeza en mi muslo
vacilando y sin palabras – por un momento cercana, en otro lejana,
 como viejo barco llevado a la vela –
y yo, Dios me perdone,
fui tan confuso

la luna todavía estaba llena, regada y densa
amanecía – así, no sé ni qué día,
todo era de color naranja, y muy en alto
se mezclaron el cielo, la tierra y el sueño
¿qué era lo más bonito, sus párpados o sólo sus ojos?
no me lo preguntes hermano – eso no lo sé ni ahora;
no recuerdo haber visto algo tan tierno
- ni cuando fui niño fui tan joven -
en mí cayó la escarcha y todo fue nevado,
con los párpados cerrados vi -
arremetieron tormentas y cayeron lluvias,
algunas lluvias terribles, locas y duras
parecía que – como columpio loco
todo el mundo en ellos se mece
de nuevo, apenas los abro, muy cerca se oiría  
- ¡esos ojos tenían tal poder! -   
playa en donde murmura el mar cuando respira
en ellos, como que se alternan el día y la noche
de repente, ¿quién sabe por qué?, y yo también
quise saltar, nadar, mojarme
y sumergirme en esa pupila que hierve
justo así, pues – después del fuerte invierno
de nuevo brilló el verano

nos despertamos, hermano
yo y ella – como dos pobres, culí pelados
que cayeron ¿quién sabe de dónde?
de Triglav o de los Cárpatos
sin certificados de ciudadanía ni de nacimiento,
el único testigo fue el rocío;
en cada gota, como en un espejo,
brillaron rostros limpios
como miles de banderas,
sobre nosotros sólo se batía el cabello

así, nos despertamos esa mañana
tontos y ridículos como Buga y Tuga*
y todo fue, Dios me perdone,
como si la tierra se burlase del cielo,
hermano, nos despertamos en algún lugar
donde despiertan la alegría y la tristeza
sin nombre - como despiertan las mariposas,
lombrices y gusanos del bosque que se arrastran

¿quién sabe en qué idioma hablaron sus labios
que y sin palabras fueron cálidos, rojos y llenos de sangre?

y entrelazamos nuestras lenguas y susurramos algo
sobre la tristeza y la dicha, sobre el amor y el dolor
y como los esquimales frotábamos nuestras narices
dibujamos jeroglíficos y hicimos muecas
como los japoneses y los chinos, como expertos y hábilmente
aunque no estudiamos esa lengua en la escuela

antigua como el ciprés, veleidosa como la nube,
apuntó como el alba y se oyó como saltaba el corazón,
siempre nueva, y potable y sin fin, irreal y ligera,
sin embargo, elemental – y cuando se ríe y cuando llora
como una aria lejana, y su eco –
tirado como maldición en mi mano -
susurraba como un arroyo y se regaba como un río
y yo, como Charlie Chaplin en su pena,
me fui ridículo a mí mismo 
- oh, Dios, que la creaste a tu imagen,
ten piedad y dime – así imploraba a Dios –
¿ qué besar? - porque ni siquiera sabía qué era
más bonito en ella – su ombligo o su pie

¿quién sabe en qué país ocurrió eso?
 ¿quién sabe en qué tiempo?

   
en el césped estábamos parados
- ella y yo -  
ella – la más tierna de todas las mujeres
y toda como el doblar de las campanas

y en mí todavía aúllan miles de fieras
y cada una asecha su pedacito de piel

- ¡Oh, Dios!
no sé ¿por qué nos hemos despertado
porque durante el sueño estábamos tan bien
       
así, y cuando todo lo demás
me dará igual,    
todo en mí tendrá sed de su mirada

hermano, de este despertar
todavía me duelen los huesos
y, perdóname Dios,
desde este momento
en esta Tierra
quedamos como huéspedes  



* Personajes de la historia croata (n. de t.) 
 
      
NO SÉ LA RESPUESTA
(Ne znam odgovor)

me preguntas: ¿por qué te quiero? ¿ a ti, un ser que me es totalmente desconocido? ¿y no me preguntas cuán profundos son tus ojos? ¿ y cómo como ser viviente no sentir lo que arde en ellos? tan solemne. y tan cálido.

no sé la respuesta. sólo siento que nosotros dos nos entenderíamos muy bien.  aunque no pronunciaríamos ni una palabra. Sólo que reclines tu cabeza en mi pecho. desaparecería el mundo. y todo aquello que colecta con afán la gente vana. por lo que se pegan. y arrastran consigo como los condenados su maldición.

sin nada. y completamente desnudos. estaríamos parados mudos, encantados. conociendo. lo poco que es necesario para ser feliz. y como es mucho mejor eso poco dar que tomar. y así desapareceríamos. yaciendo uno en la sombra del otro. callando.  toda pregunta sería sin sentido. y todas las respuesta vanas. eso entre nosotros tragaría todo lo que fuimos una vez y lo que seremos alguna vez. lo que alguien alguna vez incorporó en la palabra. hasta que no desapareciéramos. completamente. dando el uno al otro el último pedacito de sí mismo.     



NO QUIERO TENERTE
(Ne želim te imati)


¡tener! ¡tener! ¡tener! ese verbo gira por el globo terrestre como un tornado.  Egoísmo íntimo y pequeño que empezó a rodar. ¡y pisa! ¡pisa! ¡pisa!... hasta que no atropella todo lo que tiene sentido. y es bonito.

hasta nosotros mismos.

leo que algunos locos compran parcelas en la Luna. y hasta estrellas.
¡imagínate el cielo sin estrellas! – éstas, de las que tú podrías con un lápiz de deseos irrealizables dibujar un rostro. en miles de versiones. cada vez diferente. y la playa en la que en la noche profunda yo escucharía el mar que me susurra acerca de ti. o en la temprana mañana. y a veces durante el día. cuando queramos. ¿en la Luna?

¡no quiero tenerte!                 

a ti, de la que – ¡ como del viento! – y cuando no estás todo está lleno. sólo quisiera darte un poco de mí. eso que soy. y todo lo que tengo. sólo saber que estás aquí. que te oigo a mi oído. que me desenredas el cabello. que acaricias mi cara.

para que no olvide temblar con el calor.


Komiža, 25 de abril de 2011         



SIEMPRE SERÁS MÍA
(Ostat ćeš uvijek moja)


Y el sol ese que se inclina ante ti
se hundirá en el océano de sus sueños,
en el azul profundo, en el mar sin fin. 

Y regresará de nuevo, solemne y nuevo,
entregado a alguien otro.

¿Y cómo no lo harán mis ojos ardientes
que suavemente bailan frente a ti
como sombras en la pared en la agonía de las velas?

¿Y existe algo más triste y conmovedor que el dolor
de los deseos prohibidos?

Sin embargo, puesto que eres más grande que el cielo
y todo lo que necesita mi alma,
sólo te digo: ¡Crece! ¡Crece!
- ¡Se completamente feliz!   

Que todo en mí sea vacío
y más triste que las flores marchitas,
aunque no exista la voz,
aún resuena el eco
del corazón roto:
siempre serás mía
aunque como una sombra
en el fondo de mi alma 

Alguna vez recordarás –
sobre una mesa gastada
llena de cosas olvidadas,
igual como siempre
se extenderán tus manos juguetonas
tiernas y llenas de luz. 

De frente, yo estaré parado
en tu sombra.

Me reconocerás en una,
desde hace tiempo
pero nunca del todo, derretida 
mancha de cera.   

Inmediatamente serás de nuevo
la más bella sobre la Tierra.
Ilimitada. Y toda parecida
a la lluvia cuando cae.
De repente del puerto
o ¿quién sabe de dónde?,
vacilante llegará el aroma de la primavera.

Y entonces, en tu aliento estaré más
de lo que había estado en cualquier otro lugar.

- !Eh, sí!

Ardía una vez y esta vela…



En aquella ciudad triste
donde Artemis volvió la espalda al mundo

6 de septiembre de 2010 


  

Traducción: Željka Lovrenčić

Vinko Kalinić

Urednik

„A što bih jedino potomcima htio namrijeti u baštinu - bila bi: VEDRINA. Kristalna kocka vedrine . . .“ Tin Ujević

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